Conversaciones: ritos y confianza
El Principito de
Antoine de Saint-Exupéry
del capítulo XXI
-Hubiera sido mejor que volvieras a la
misma hora –dijo el zorro-. Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la
tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. A las cuatro me sentiré agitado,
inquieto, sólo así descubriré el precio de la felicidad. Pero si tú vienes a
cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Los ritos son
necesarios.
-¿Qué es un rito? –dijo el principito.
-Es algo también demasiado olvidado
–dijo el zorro-, es lo que hace que un día sea diferente de otros días, una
hora de entre otras horas. Entre más cazadores, por ejemplo, hay un rito: los
jueves bailan con las muchachas del pueblo. Por lo tanto, el jueves es un día
maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores bailaran cualquier
día, todos los días se parecerían, y yo ya no tendría vacaciones.
Y así, el principito domesticó al
zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah! –dijo el zorro-, voy a llorar.
-Es tu culpa –dijo el principito-. No
deseaba hacerte ningún mal, pero tú quisiste que te domesticara.
-Sí –dijo el zorro.
-Pero vas a llorar –dijo el principito.
-Sí –dijo el zorro.
-Entonces no ganas nada.
-Gano –dijo el zorro-. Ahora el color
del trigo es más agradable.
-Creo que dijo un par de veces "es
la confianza que nos falta". Si le hago caso al Principito, tendría que
llegar siempre a horario, para que su corazón se prepare y me espere. Pero si
llego tarde usted se preocupará o pensará que no llegaré y así no habrá
confianza.
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