Fuji
Nunca te entendí, Eduardo. Esa noche llegué hasta el puente, pero vos no estabas. Hacia menos de un mes que nos conocíamos y la vida ya nos desencontraba perniciosamente.
Durante ese invierno nos encontramos en esos lugares que parecen huequitos en los caminos, fue en esos intersticios donde me enseñaste. En todos era mi silencio el que ensordecía, las palabras se me quedaban atascadas en la garganta. Todavía no sé por qué, quizás porque ya te quería tanto como quiero a los gatos, tanto como te quiere el cachorrito callejero que acariciás y te sigue quince cuadras hasta la parada de colectivo.
Me acuerdo perfectamente esa vez que me llevaste a Balcozna, y nos encapsulamos para ver las estrellas; de fondo sonaba Flores Horizontales, "no quiero ningún tipo de humo" adelantaste. Ese día, tal vez, por donde ingresa la vida te compartí una partecita de mi alma, "te quiero pero un poquito, no más" sentenciaste.
Desde entonces el silencioso fuiste vos.
Durante ese invierno nos encontramos en esos lugares que parecen huequitos en los caminos, fue en esos intersticios donde me enseñaste. En todos era mi silencio el que ensordecía, las palabras se me quedaban atascadas en la garganta. Todavía no sé por qué, quizás porque ya te quería tanto como quiero a los gatos, tanto como te quiere el cachorrito callejero que acariciás y te sigue quince cuadras hasta la parada de colectivo.
Me acuerdo perfectamente esa vez que me llevaste a Balcozna, y nos encapsulamos para ver las estrellas; de fondo sonaba Flores Horizontales, "no quiero ningún tipo de humo" adelantaste. Ese día, tal vez, por donde ingresa la vida te compartí una partecita de mi alma, "te quiero pero un poquito, no más" sentenciaste.
Desde entonces el silencioso fuiste vos.
Comentarios
Publicar un comentario