Carta en el faro de los ahogados
22 de febrero de 2020
Querido Eduardo,
¿Qué pasó con los encuentros a deshora?
¿Con las lecturas en la hamaca?
¿Con los mates de las mañanas? ¿Y los vinos de los viernes?
¿Con las palabras difíciles de pronunciar?
¿Con la magia del primer último beso de cada día?
¿Con los abrazos de ensueño (entre-sueño)?
¿Con las ganas desaforadas de arrancarse la ropa con los dientes?
¿Con las miradas furtivas del pasillo?
¿Sabes? Antes que tus besos partidos, prefiero la desgracia.
Hacete cargo, Eduardo.
Te quiero como vos no.
PD:
¿Cuáles son las osadas razones por las que debería confiar en que esto va a llegar a buen puerto?
Estoy en el faro de los ahogados. Pero no espero más.
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