Carta: la despedida
Lunes 29 de abril de 2020
Eduardo:
Hoy, desde hace unos días, sé que se terminó. Mejor dicho, ya entendí, se terminó. El que parece no tener fin es el dolor o los pensamientos atascados en el cuello y en la boca del estómago.
Pensé que pasaría más tiempo hasta que alguien me rompiera, me partiera el alma en mil pedazos. Quiero decir... es difícil de ilustrar ese dolor, casi imposible contar cómo es que se magulla el alma, como si a la pícara tristeza le gustara retorcerse, bailar y moverse ahí adentro, provocando angustia en profundidades que una ni siquiera conoce.
Es el momento en que por fin entendés eso de qué es tener el corazón roto
(Parecido a cuando llega el otoño, estación bellísima, pero no hago más que pensar que no van a estar tus brazos para abrigarme. Ni las lecturas o los vinos al lado de la salamandra.)
Tu ausencia se instaló en varios rincones de mi cuerpo.
Porque ya entendí:
Porque ya entendí:
No estamos juntos
No me querés
No quisiste
No te animaste
Porque hiciste lo que temías que haga.
Porque no te importó
Porque fuiste
descuidado,
despiadado.
Por tus miedos
por tu falta de compromiso.
Por no escucharnos,
por no aceptarnos
por no esperar
por no comprendernos
por no animarnos.
Porque no me amás, ni me amaste
Porque te amo.
Porque no estás enamorado
Porque estoy, profundamente enamorada.
Por eso te voy a dejar ir.
Habrá que aprender de la muerte y resurreción de la estación
Habrá que hacer morir a la tristeza
y renacer.
Pero también entendí
que eso lleva tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario